En este nuevo artículo sobre actualidad sería la segunda vez que nombremos a la figura de Alvise Pérez. Lo habíamos mencionado de pasada anteriormente, cuando comentamos nuestras hipótesis respecto al atentado contra Trump y lo que ello, a nuestro entender, supondría.
La motivación del mismo no es defender a Alvise, con quien no nos alineamos por motivos que explicaremos. Lo que nos llama la atención es la reacción adversa del sector disidente (llamémoslo así) que, si bien reconocemos que puede haber un componente legítimo de desconfianza ante la aparición «súbita» de este personaje, consideramos que está motivada principalmente por envidias, celos y algo de sectarismo.
El objetivo es por lo tanto, hacernos capaces de encontrar la viga en el propio ojo y dejar de señalar la paja en el ojo ajeno.
Sospechas contra Alvise
Alvise Pérez logró una gran relevancia a raíz del resultado de su agrupación electoral «Se acabó la fiesta» (SALF) en las últimas elecciones al parlamento europeo celebradas en España el pasado 9 de junio de 2024.
A la totalidad del espectro político/mediático español le sentó como un jarro de agua fría la friolera de más de 800.000 votos oficiales (SALF asegura que son más y está reclamando el recuento) conseguida por un personaje que hasta el momento estaba vetado por la prensa y que basó su campaña electoral en la difusión a través de las redes sociales que no habían podido serle censuradas y después de una serie de meetings de presupuesto ínfimo celebrados por las principales capitales españolas.
Viéndolo así a todos nos parece un cuento demasiado bonito como para ser verdad. Estamos todos muy escarmentados del ascenso a la relevancia pública de personajes «desconocidos» como José Luis Rodríguez Zapatero, Pablo Iglesias Turrión o Pedro Sánchez Pérez-Castejón, o de fuerzas políticas como VOX; todos estos casos, aupados por los medios. Además de la lógica desconfianza que nos suscita el ascenso meteórico de las figuras y organizaciones mencionadas desde la nada, sin una trayectoria previa conocida, y sin una masa social o apoyo reconocido.
Sí, también VOX era prácticamente desconocida hasta que los invitaron a este programa en Televisión de Cataluña, allá por el 2018, con todo el tema del independentismo catalán en auge:
A todos los ejemplos anteriores los aupó la prensa. Sin embargo, parece que Alvise/SALF no es el caso… Lo que lleva a la hipótesis conspiranoica de que es un personaje puesto por el Centro Nacional de Inteligencia de España (CNI).
La hipótesis del CNI
Es cierto que Alvise ha ido ganando mucha relevancia en redes sociales en base a información que ha ido publicando y que ha sido activamente ignorada o vetada por el aparato mediático. Además, la calidad de dicha información siempre ha sido de categoría de espionaje. ¿Cómo es posible que un chaval sevillano haya logrado acceso a informaciones de un calibre capaz de hacer tambalearse a un país como España?
Él ha manifestado en repetidas ocasiones que, efectivamente, utiliza métodos «sucios» como la extorsión o el hacking. Pero, obviamente, aquí tendríamos que creer en su palabra y no se puede desmentir de forma tajante que no tenga algún tipo de relación con los servicios de inteligencia.
No obstante, la nube de sospecha del CNI o de colaboración con la policía siempre ha estado encima de algunos personajes disidentes destacados, con mayor o menor acierto. Es más, de hecho no descartamos que muchos focos «disidentes» como pseudo-partidos políticos o incluso algunas librerías hayan tenido algún tipo de conexión. Es lo que en inglés se denomina Honeypot (trampa de miel).
Volviendo a Alvise, lo que se le reprocha desde algunos sectores disidentes sobre su hipotética relación con el CNI es que éstos lo hayan introducido en la esfera pública para debilitar a otras opciones disidentes o patrióticas1, como VOX. Sinceramente, este reproche nos parece ridículo. ¿Acaso hay otras fuerzas patrióticas (nótense las cursivas) aparte de VOX que tengan algún tipo de influencia real como para que merezca la pena diluirlas? Y VOX, ¿por qué no apoya a SALF en su cruzada contra INDRA y secunda sus dudas plausibles sobre la precisión del cómputo y la veracidad de los resultados electorales?
El deplorable activismo disidente en España
Pese a que las sospechas contra él pudieran demostrarse como ciertas en algún momento, si nos atenemos a su historial registrado y a lo que ha ido aportando a la sociedad española desde sus medios, ¿¡dónde está el problema!?
Entendemos perfectamente las sospechas y compartimos el historial de desengaños de muchas opciones políticas, pero posiblemente muchos se estén pasando de estrictos, quizás con el ánimo de defender sus colores. ¿Existe acaso miedo de que otro haga las cosas bien porque «los tuyos» no lo han logrado?
Es una actitud patética y sectaria que antepone el interés del partido o del grupúsculo que uno defiende al interés general del país. Una actitud, dicho sea de paso, demasiado habitual en cualquier tipo de agrupación humana: asociaciones lúdicas, partidos, empresas, etc.
Escrutinio feroz contra Alvise
El contrato que Alvise firmó con su base de seguidores fue el siguiente: «Vosotros me votáis para proporcionarme inmunidad política y, a cambio, 1) yo utilizaré esa inmunidad para difundir información que me pondría en apuros en caso de no disponer de tal inmunidad y además 2) renunciaré a mi sueldo, sorteándolo entre vosotros».
Las elecciones se celebraron hace apenas dos meses… Pues bien, durante este tiempo no han dejado de llover las críticas de por qué no ha cumplido todavía con lo prometido. Críticas expresadas con especial vehemencia sobre todo por aquellos que no le votaron y que, por lo tanto, no suscribieron dicho contrato con él. Pero bueno…
La cuestión es que el pasado sábado 10 de agosto, sabiendo como él sabe manejar a los medios y a la opinión pública, publicó el siguiente mensaje según el cual, aparentemente, renunciaba cumplir el punto 2) del contrato:
Acabo de cobrar mi sueldo como eurodiputado!
— Alvise Pérez (@Alvise_oficial_) August 10, 2024
- 8.089,46 como sueldo de agosto.
- 4.043,60 como sueldo de medio julio.
En un rato explico en un vídeo por qué he decidido NO ENTREGAR mi sueldo, y quedármelo como respuesta a todos los ataques recibidos por periodistas, partidos y… pic.twitter.com/w94vslc31Y
La respuesta de toda la prensa y de sus enemigos políticos de la izquierda no se hizo esperar. Es algo que no pilla a nadie de sorpresa. Sin embargo, lo que fue especialmente ridículo fue ver cómo otros patriotas y disidentes se subían al carro del linchamiento sin pararse a pensar por un momento que tenía toda la pinta de ser un troleo.
Porque sí, porque a la que alguien haya seguido un poco la trayectoria de Alvise debería haber anticipado que no renunciar a su sueldo sería casi un suicidio para él. Él aún no tiene la posibilidad, el poder, los privilegios ni una base zombi lo suficientemente motivada como para que le permitan «cambiar de opinión».
No tardó mucho en humillar por completo a todos sus detractores publicando el siguiente mensaje unas horas más tarde:
Me quedo mi sueldo.
— Alvise Pérez (@Alvise_oficial_) August 10, 2024
Lo explico todo en:https://t.co/5c7HwrySim pic.twitter.com/pelOCnJDAv
Efectivamente, tal y como prometió, parece que cumplirá el punto 2).
Es que, de hecho, el «sacrificio» de sortear su salario le reporta muchos más beneficios que no hacerlo. El número de suscriptores de su canal de Telegram ha aumentado en más de 70.000 personas en menos de 2 días. Y los seguidores de su canal de Instagram ya superan el millón. Este incremento de audiencia, monetizado, supera con creces los 10.000 euros mensuales.
En la disidencia organizada todo son excusas y malos resultados
Pese a todo, para los más fanáticos de nada servirán los logros de Alvise ya no para adherirse a él sino simplemente para dejar de atacarle. Parece que muchos lo quieren o todo o nada, pero en realidad la motivación que lleva a tal animadversión es la impotencia, la frustración y la envidia que genera ver que otros tienen éxito y los tuyos no.
El sector disidente español ha sido lamentable desde mucho antes de la transición democrática española. Especialmente desde la década de 1990 lo único que poblaba el panorama español eran grupos de frikis y de nostálgicos de vete tú a saber qué, que jamás lograron tener una relevancia pública ni política significativa ya que estaban más encariñados con sus símbolos y parafilias que con la población general y «analfabeta política» española. La disidencia española, salvo alguna honrosa iniciativa cultural sobre todo, se ha mantenido inoperante a lo largo de las más de cuatro décadas de existencia del actual régimen. Estamos hablando de organizaciones políticas, iniciativas ciudadanas o personajes particulares que hayan podido mostrar un discurso y una cosmovisión alternativas. En muchas ocasiones han antepuesto los intereses particulares de la organización, y han optado por la ortodoxia ideológica frente a cualquier pragmatismo o movimiento táctico orientado a las contingencias del momento, lo cual ha desactivado toda posibilidad de plantear una alternativa viable y seria para combatir las injusticias del régimen demoliberal.
Cierto es que los medios de comunicación de aquella época tampoco eran favorables y que el sistema ha puesto muchas dificultades, pero no nos engañemos, la mayoría de esos grupos no ha sabido hacer nunca un proselitismo eficiente y atractivo, haciendo propuestas endogámicas y de consumo interno, sin ser capaces de salir de su burbuja, quedando en muchos casos en terrenos oscurantistas.
Lo único que pareció romper un poco este panorama tan lamentable fue la irrupción intencionada de VOX, que pese a que podamos sospechar que se trata de disidencia controlada para canalizar el desencanto de un sector cada vez más amplio de la población, también ha servido para visibilizar que ese sector poblacional existe, que no es precisamente insignificante y que abarca a un espectro social amplio, más allá de los marginados antisociales (friki-fachas) que proliferaban por la escena patriótica.
No obstante, dentro de este panorama tan lamentable, la irrupción de VOX no ha mejorado en absoluto la situación, porque se ha dedicado a fagocitar ciertos elementos de esa «falsa disidencia» fracasada e inoperante, para ocupar muchos de sus cuadros dirigentes, al tiempo que ejerce una mera oposición retórica y actúa como cualquier otra organización del arco parlamentario, invocando el «imperio de la ley», como tanto gusta a los liberales, bajo su formalismo positivo, vacío e inconsecuente. Aún así, el hartazgo y el desengaño ha llegado a ciertos sectores de sus votantes, los cuales se han desmarcado progresivamente de sus políticas y de ese pseudopatriotismo que ha pretendido atribuirse desde su fundación.
Dicho todo esto, ¿importa realmente la posición contraria a Alvise de la disidencia patriótica española?. Pues realmente no, porque su capacidad de influencia es insignificante. Por eso, creemos que lo más inteligente que podrían hacer es callarse y dejar de hacer el ridículo, pero quizás eso sea pedirles mucho. En este sentido, y dadas las urgencias que demanda nuestra precaria situación, no deberíamos obstaculizar cualquier acción positiva que contribuya a la causa disidente, aunque sea limitada en el tiempo y quienes la realicen se encuentren en nuestras antípodas ideológicas. En el terreno de lo táctico, y en el terreno de las contingencias, quizás haya ocasiones en las que priorizar un cierto pragmatismo en nuestra visión de las cosas frente a las demandas ideológicas, que siendo absolutamente necesarias y legítimas pueden esperar ante los hechos inmediatos.
Por qué no somos anti-alvisistas
Aunque lo hemos dicho al principio, no está de más recalcar que el propósito de este artículo no es encumbrar ni mucho menos a Alvise Pérez. Nosotros también compartimos algunas de las sospechas que se vierten contra él. Además, tampoco estamos alineados a nivel ideológico.
Alvise parece el típico español de a pie, con sus defectos y sus virtudes, educado e influido bajo un sistema liberal. No propone un cambio de paradigma político, sino una continuación del mismo, eso sí, en el que al menos se cumplan las normas que se supone que se tendrían que cumplir.
Es evidente la decadencia del panorama político actual donde se nos miente y se nos toma el pelo ya sin ningún tipo de disimulo. A calzón quitado. Ya ni siquiera se molestan en aparentar que cumplen las normas que ellos mismos han impuesto. Los escándalos de corrupción que hemos testimoniado en el pasado y en la actualidad rebosan lo ultrajante.
Intentar que por lo menos se cumplan las normas que se supone que se tendrían que cumplir según el ordenamiento legal vigente, lamentablemente, se tiene que considerar como un logro. Obviamente, nosotros no nos adherimos al susodicho ordenamiento legal, pero entendemos que lo mínimo es ser respetuoso con lo que éste dicta, así como con sus procedimientos y protocolos. Ya llevamos muchos años escuchando por los mass media aquello del «estado de derecho», el «imperio de la ley» o «el sistema más garantistas de todos los existentes», para luego ver cómo la corrupción y el menoscabo de la dignidad e integridad del territorio nacional son prácticas habituales.
Por eso creemos que marcarse eso como objetivo a corto o a medio plazo ya es más que suficiente, y si Alvise sirve como ariete para eso, bienvenido sea. No creemos que sea pertinente arremeter contra él y convertirlo en cabeza de turco cuando desde la partitocracia, a izquierda y derecha, se está contribuyendo activamente a la destrucción y sometimiento de España a sus enemigos.
Ahora bien, ¿aspiramos al mismo modelo de sociedad? No. Él aspira a lo que cree que es correcto: un modelo Democrático Liberal. Alvise quiere reparar. Nosotros queremos reconstruir desde cero. Lo suyo es más realista y factible a corto plazo. Lo nuestro es una batalla cultural.
Podemos contemplar con cierto agrado las acciones de Alvise, siempre que éstas se dirijan contra los partidos políticos, sus integrantes y las corruptelas que protagonizan en un escenario de traición permanente contra el Pueblo y la nación española. Pero nunca podremos coincidir con quienes pretenden seguir confiando en el liberalismo como una opción de futuro, y más después de constatar la responsabilidad de esta ideología perversa en la destrucción del Occidente europeo, totalmente tiranizado y en un estado de metástasis que parece conducirnos a un abismo de caos y destrucción. Por eso lo fundamental en toda opción disidente pasa por adoptar una postura radical e innegociable frente al liberalismo y sus iniquidades.
No podemos aceptar el discurso que afirma que lo que fallan son las personas, que son corruptas, pero que el sistema y su entramado ideológico e institucional es bueno, positivo y perfectamente viable, porque no es así. Las personas que dirigen e integran las altas jerarquías del régimen español, y por extensión de las democracias liberales europeas, son corruptas, mezquinas y traidoras porque las instituciones y la ideología que las impregna posee esa misma naturaleza. Y con esto también queremos contrarrestar aquellos tópicos que muchas veces escuchamos en las conversaciones cotidianas, que tienden a culpar el factor humano y contingente y no la estructura político-ideológica que ha favorecido su ascenso y es consustancial a esa corrupción.
Desde los tiempos de la plandemia se ha visto un cierto despertar entre amplios sectores de la sociedad española, que han empezado a desconfiar abiertamente de los postulados «políticamente correctos», y ya se atreven a criticar abiertamente temas como la «inmigración», las ingenierías sociales asociadas al Nuevo Orden Mundial u otro tipo de ideas que la prensa vendida se empeña en fabricar para mantenernos dócilmente en el redil. Estos hechos han suscitado formas embrionarias de disidencia y organización, apoyándose muchas veces en las nuevas tecnologías e Internet, como el propio Alvise, y la posibilidad de ir generando redes de comunicación propias, convertidas en vectores de ideas y discursos compartidos por miles de personas. Aunque no coincidamos en lo ideológico, es justo celebrar y apoyar este tipo de iniciativas, y que todo lo que dañe el actual orden de cosas y genere vínculos orgánicos y de solidaridad entre los propios españoles, y europeos, reciba el aliento y el apoyo de todos nosotros.
Entendemos que VOX no es un partido patriota, sino liberal de derechas, y con evidentes filiaciones con el sionismo. No obstante, hay quien considera que VOX representa, erróneamente, una alternativa «patriota» al actual sistema vigente, cuando siempre ha defendido tanto el orden constitucional fundado en 1978, como sus principales figuras jurídicas e institucionales, tales como la monarquía. ↩︎