Emil Cioran
Una crítica a la idea del progreso histórico
Daniel Branco
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2018 |
Páginas: 146
ISBN: 978-1722723491
Durante los últimos meses hemos estado trabajando en una obra que ha supuesto un reto para nosotros, tras poco más de 20 títulos publicados, al tratarse de un libro denso y complejo, tanto por su carácter filosófico, como por el autor tratado, que no es otro que Emil Cioran, una figura de primera magnitud en la historia del pensamiento del pasado siglo XX, poco conocida y quizás menos entendida por el gran público. De modo que la obra que nos disponemos a presentar: Emil Cioran: una crítica a la idea del progreso histórico del autor brasileño Daniel Branco (Fortaleza, 1985) constituye un logro notable en el objetivo, siempre complicado, de dar a conocer visiones alternativas y/o críticas de la Modernidad, o más concretamente de la Posmodernidad, que es el ciclo histórico en el que nos hallamos insertos en estos precisos momentos.
Antes que nada sería necesario elaborar una breve reseña biográfica del autor que nos ocupa, del filósofo franco-rumano Emil Cioran, eminente figura intelectual de una época especialmente prolífica en el pensamiento y las letras en Rumanía. De hecho no debemos olvidar que Mircea Eliade (1907-1986), quizás el etnólogo e historiador de las religiones más importante del pasado siglo, fue parte de su generación, y como él terminó abandonando Rumanía, en su caso rumbo a Estados Unidos, aunque desarrolló algunos años de su actividad académica en Francia, como el propio Cioran. Daniel Branco nos ofrece un lúcido y revelador retrato biográfico de Emil Cioran a través de su infancia, adolescencia, y primera juventud, donde de algún modo se encuentran los elementos donde podemos radicar las bases fundamentales de su pensamiento, su peculiar estilo literario y esa suerte de «ascetismo» descreído que le acompañó en los avatares de su existencia, especialmente desde su traslado a Francia.
Como bien nos señala Branco desde la misma introducción a su obra, no podemos considerar a Emil Cioran estrictamente un filósofo, ni podemos aventurarnos a aplicarle etiqueta alguna sin el riesgo de caer en el equívoco y el error. Y lo cierto es que para alguien tan heterodoxo y «huidizo» cualquier calificativo corre el riesgo de caer en la inexactitud, eclipsando, oscureciendo o desfigurando el verdadero rostro de sus ideas y su comprensión. De ahí que el mérito de Daniel Branco a la hora de afrontar el estudio de un pensador de estas características sea tan notable y meritorio.
Una aproximación biográfica
Atendiendo a la breve aproximación biográfica con la cual creemos que es necesario dar a conocer la vida y obra de Emil Cioran, debemos comenzar por decir que nace en Răşinari el 8 de abril de 1911, en el condado transilvano de Sibiu (Rumanía). Se trata de un territorio de tradicional e histórica influencia germano-húngara, que fue donde Cioran pasó sus años de infancia hasta que tuvo que abandonarlo con el desarrollo de sus responsabilidades académicas. Nacido en el seno de una familia religiosa de origen ortodoxo, su padre fue sacerdote y su madre presidió una congregación de mujeres religiosas. Como es obvio, el joven Cioran se vio condicionado por el ambiente familiar, por la adscripción ortodoxa de la familia y pese a que no desarrolló ninguna vocación religiosa, el lenguaje religioso no está exento en su obra ni en sus pensamientos e ideas, y en especial el libro del Génesis. Como bien nos describe Daniel Branco, la personalidad que Cioran desarrolla desde sus primeros años se encuentra en una permanente dicotomía entre la Tradición y la rebeldía, y como los jóvenes de su época, durante el periodo de entreguerras, no permaneció indiferente frente a los nuevos retos ideológicos que se plantearon en su tiempo. En este caso, sus contactos con la Guardia de Hierro rumana de Corneliu Codreanu (1899-1938), la seducción por parte los discursos antiliberales y antidemocráticos, por la exaltación de la fuerza y la acción, así como las simpatías por Adolf Hitler serán parte de su juventud. En lo posterior abandonaría estas ideas, después de la Segunda Guerra Mundial y perfilaría los contornos básicos de su pensamiento en base a experiencias muy personales, como el insomnio que padeció durante 7 años y el pensamiento nihilista que desarrolló durante el periodo de entreguerras y la experiencia del Fascismo. Posteriormente terminaría por renunciar a todo este bagaje de ideas adquiridas durante esta etapa, especialmente a raíz de la detención de su hermano Aurel bajo acusaciones de pertenecer a un movimiento subversivo en 1948.
Fue precisamente durante el periodo de entreguerras, cuando en el desarrollo de su vida académica, hacia 1928, comenzaría su etapa universitaria en la Universidad de Bucarest, donde se matriculó en Filosofía, en unos estudios que no llegaría a concluir. Durante esta etapa coincidió con Eugène Ionesco (1909-1994) y el ya mencionado Mircea Eliade, con los que forjará una sólida amistad. Durante ese periodo también coincidirá con una figura inspiradora para él, como fue el profesor Nae Ionescu (1890-1940), profesor de Metafísica y Lógica en la Universidad de Bucarest y uno de los principales ideólogos de la Guardia de Hierro. En 1934 publicaría su primera obra cuando todavía residía en Rumanía: En las cimas de la desesperación, y hacia 1937 se trasladó definitivamente a Francia, en el Instituto Francés de París gracias a una beca. Por aquel entonces las influencias intelectuales que recibió fueron variadas, y desde las lecturas de Inmanuel Kant, Arthur Schopenhauer y, especialmente, Friedrich Nietzsche, un autor éste último cuyos escritos terminaron por decepcionarle, junto a Henri Bergson, que fueron parte importante de sus innumerables lecturas y estudios. Su producción literaria en lengua rumana nos aportó Lágrimas y santos (1937) y El ocaso del pensamiento (1940). Fue durante su etapa en lengua francesa cuando desarrolló la parte más fecunda de su obra, con su pensamiento ya maduro, y fruto de ello aparecieron Breviario de podredumbre (1949), Silogismos de la amargura (1952) o Historia y Utopía (1960), y estos trabajos son precisamente la base de la obra de nuestro autor, Daniel Branco, para el estudio que desarrolla sobre el polémico autor rumano.
Durante su etapa en París tuvo oportunidad de entrar en contacto con multitud de intelectuales, como Jean Paul Sartre o Albert Camus, insignes representantes de las corrientes existencialistas, con los cuales no llegó a tener ningún tipo de contacto personal, y a los que convirtió en objeto de sus críticas en Breviario de podredumbre. También mantuvo correspondencia con una serie de grandes intelectuales de su época, como los ya mencionados Mircea Eliade y Eugène Ionesco, Paul Celan, Samuel Beckett, Henri Michaux o Fernando Savater entre otros muchos. Desde el Barrio Latino, meca en otros tiempos de la bohemia cultural parisina, Emil Cioran desarrolló su actividad intelectual en unas condiciones muy humildes, viviendo prácticamente toda su vida en un piso de estudiante, con un alquiler irrisorio y eludiendo cualquier honor u homenaje, evitando y rechazando cualquier mérito y renunciando en todo momento a integrarse en el establishment académico.
Finalmente, un 20 de junio de 1995, la vida de Emil Cioran se terminará apagando para siempre, a los 84 años de edad. Como legado audiovisual de sus ideas, más allá de sus obras y fecundo trabajo intelectual, contamos con una serie de entrevistas que se llevaron a cabo en sus últimos años de vida, entre 1983 y 1995, y que sirven de base en la bibliografía de la presente obra.
El pensador más relevante de la Posmodernidad
Mucho se ha hablado del estilo peculiar utilizado por Emil Cioran para expresar su obra, que estuvo muy alejado de aquel convencionalmente adoptado por los filósofos, del cual él no consideraba que formase parte, porque —como señala Daniel Branco— sus trabajos «no investigan verdades ontológicas, ni su lenguaje se construye mediante sistemas. Su filosofía está presente en el carácter metafísico de sus obras». El uso de un estilo literario fue la principal divisa del autor, y el aforismo fue su vehículo, que ya emplearon otros pensadores que le precedieron, entre ellos el propio Nietzsche. Los temas y discursos se muestran recurrentes a lo largo de su obra, con la alienación del hombre, y la existencia en general envuelto en una atmósfera de pesimismo y nihilismo no exento de amargura y pesadumbre. La obra de Emil Cioran es una especie de confesión a sí mismo, y así lo confesaba en alguna de las entrevistas concedidas a los medios durante la última etapa de su vida.
A diferencia de otros pensadores, Emil Cioran no trató en ningún momento de sistematizar su pensamiento, concediendo una gran importancia a la fisiología y a la percepción subjetiva de la realidad a través de los sentidos, que de algún modo ejercieron la función de filtro para sus interpretaciones. Para Daniel Branco, nuestro autor, Emil Cioran es el pensador más importante de la Posmodernidad, y para ello el autor rumano funda sus ideas e interpretaciones en un discurso alternativo a la modernidad imperante, al reino de la Razón y las «grandes verdades» fundadas en ésta para la comprensión de la realidad. Tomando como base Historia y Utopía, Cioran expresa su crítica al pensamiento moderno y al espíritu de progreso que lo vertebra. Paralelamente, y para implementar toda una interpretación hermenéutica de los escritos del autor rumano, Daniel Branco, toma como referencia Breviario de podredumbre para incorporar a su investigación aquellas reflexiones sobre temas filosóficos profundos, como aquellos que nos remiten a la metafísica. De esta manera se ven aunadas distintas problemáticas en torno a la tradición filosófica junto con otros que nos remiten a la propia historia y devenir de las civilizaciones, y en el contexto de éstas de la propia manifestación de la Utopía y el pensamiento utópico bajo el que subyace la Razón.
La obra de Daniel Branco tiene la virtud de hilvanar una serie de temáticas filosóficas, históricas, existenciales del pensamiento del Emil Cioran en un discurso sólido y perfectamente pertrechado. La religión, Dios, el Tedio, el Insomnio, el Tiempo y la Eternidad entre otros motivos son elementos especialmente recurrentes en la obra que nos ocupa. Y es que en esa extrañeza y ambigüedad que puedan derivarse de las ideas de Cioran, muchas veces taimadas por una cierta ironía y cinismo, hay motivos profundamente religiosos y místicos. porque pese a no haber poseído una vocación religiosa, tampoco se consideraba a sí mismo ateo y mantuvo siempre admiración por los escritos de algunos místicos, no en vano en la obra que presentamos, su autor insiste en el carácter metafísico de la obra de Cioran. Del mismo modo, y dentro de la realidad poliédrica y la complejidad que presenta la figura y obra del pensador rumano, tampoco podemos eludir la presencia de enormes paradojas, como es aquella de negar la filosofía filosofando.
Para terminar queremos destacar nuevamente el extraordinario trabajo de investigación realizado por Daniel Branco, el rigor de sus interpretaciones y su ardua y clarificadora labor en el discernimiento de los puntales básicos que articulan la crítica de Emil Cioran a la idea del progreso histórico, y con ella una parte importante del pensamiento del autor rumano, siempre complejo y de difícil comprensión para un amplio sector del público lector.