En el mar de la nada
Metafísica y nihilismo a prueba en la posmodernidad
Curzio Nitoglia
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2023 |
Páginas: 126
ISBN: 9798394809026
Acerca del autor
Es la primera vez que se publica una obra en español de Don Curzio Nitoglia, al menos que nosotros tengamos conocimiento, de ahí la importante novedad que supone para el público de habla hispana En el mar de la nada: Metafísica y nihilismo a prueba en la posmodernidad. Para los menos avezados en en la escena e itinerario de autores críticos con la modernidad y el Concilio Vaticano II dentro del contexto eclesiástico, dentro del tradicionalismo católico, Don Curzio Nitoglia representa una de las voces más autorizadas, con mayor sentido crítico y lucidez de los últimos tiempos; ensayista, historiador y teólogo así como autor de obras que abarcan temas variados, que van desde la filosofía tomista a la ética en el ámbito de la política. Nacido en Roma en 1957, fue uno de los discípulos más destacados del gran autor católico Augusto del Noce. Con una formación religiosa y eclesiástica iniciada en el seminario de Econe (Suiza) y ordenado finalmente sacerdote en 1984 por Monseñor Lefebvre, ha colaborado con numerosas revistas dentro de la vertiente del pensamiento antimodernista, como Effedieffe o Radio SPADA, y mantiene unas buenas relaciones con otros prelados ajenos a la Iglesia vaticana como Monseñor Williamson.
Un personaje polémico
Dados los posicionamientos del Padre Nitoglia, las evidentes incompatibilidades que su discurso presenta tanto con la actual doctrina postconciliar de la Iglesia como con el relato oficial que los mass media nos presentan en connivencia con el poder, en multitud de ocasiones hemos visto su nombre asociado a una serie de etiquetas dentro de la prensa y los medios italianos. Estas etiquetas nos dan una imagen que viene marcada por un evidente sesgo ideológico y que en ningún caso entran en debate con los temas y materias que se abordan en la obra de nuestro autor. No han faltado calificativos que reducen su nombre, de manera interesada y con grandes dosis de manipulación, a un mero agregado de «doctrinas fascistas y hitlerianas» incompatibles con el pensamiento del mundo presente. La asociación permanente con los íconos del mal absoluto, por aquella falacia retórica que nos es bien conocida, tratan de desactivar automáticamente cualquier debate que pueda articularse en torno a sus planteamientos, y reducen al autor a una especie de fanático dominado por lo irracional incapaz de aceptar los tiempos de «progreso» y «bondades» que nos trae el «evangelio posmoderno». Nada más alejado de la realidad como veremos a continuación.
Geopolítica y mundo árabe
Son particularmente interesantes sus visiones en el terreno de la geopolítica, por ejemplo respecto a los posicionamientos en relación al mundo árabe, con el cual reconoce la práctica imposibilidad de que se de una situación de entendimiento entre la Europa cristiana y el mundo islámico, aunque siempre dentro del terreno religioso puramente teológico, pero sin embargo sí cree posible un «diálogo de civilizaciones» sobre un ámbito más contingente, en el terreno de la política, y en particular con cierta vertiente del nacionalismo árabe, del baazismo, que se ha orientado más hacia la tolerancia y el entendimiento con las minorías cristianas, sin la aplicación de la sharia. Este tipo de regímenes nacionalistas son los que podemos asociar a Nasser o Mubarak en Egipto, Gadafi en Libia, Sadam Husein en Irak o bien la Siria de al-Ásad, todos ellos regímenes nacionalistas, de corte social, y aunque islámicos, dentro de una línea más laica. La única vía de entendimiento con el mundo islámico en el terreno teológico-filosófico —destaca nuestro autor— sería a través de la filosofía de Avicena, cuya visión del aristotelismo entroncaría directamente con la visión tomista, pero que, desafortunadamente, terminó en una vía muerta por la imposición de la visión teológica de Al-Ghazali, con la interpretación literal del Corán al margen de cualquier forma de especulación filosófica en torno al hecho revelado.
En el terreno político, no obstante las relaciones entre la Europa cristiana y el mundo árabe islámico se han visto truncadas por un enemigo común, que Nitoglia ve claramente representado en Estados Unidos, Israel y sus organizaziones pantalla como la OTAN. En el caso estadounidense ha malogrado cualquier recuperación de Europa en el mundo, cualquier aspiración geopolítica en el concierto internacional, y lo ha hecho sistemáticamente desde la Primera y la Segunda Guerra mundial, tratando de destruir las bases de la cultura europea, de raíz greco-romana y cristiana, pasando por la patrística y la escolástica tomista, cuyo legado pretenden destruir mediante el modelo de una Europa americanizada, como aquella de posguerra, decadente y debilitada, cada vez más descristianizada.
Los conflictos de oriente medio
Respecto al Próximo y Medio Oriente las consecuencias de las acciones conjuntas de Estados Unidos e Israel las vemos reflejadas en las acciones destructivas del llamado «fundamentalismo islámico», representado por Al Qaeda y el ISIS, formas de fundamentalismo ideológico que no representan al Islam verdadero, donde no existe principio religioso ni teológico alguno, sino que se reduce a una ideología política sustentada en una serie de mercenarios terroristas que actúan financiados y armados por el binomio USA-Israel, generando desde 1990 hasta nuestros días un escenario de inestabilidad y caos en sus territorios. Además de promover una oleada migratoria contra Europa con la que pretenden promover el mismo caos, y que, como nos advierte Nitoglia, ya vimos prefigurado en el mayo del 68 y todo el movimiento contracultural, que se haya investido por la misma sustancia trotskista que hay presente en los llamados «fundamentalismos islámicos» anteriormente citados, en ambos casos se promueve una revolución mundial permanente, una llamada inequívoca al caos y la destrucción total. Además las acciones del americanismo estadounidense sobre Europa y el Medio y Próximo Oriente hacen imposibles unas relaciones normalizadas entre Europa y el Mundo Árabe en el terreno de las relaciones económicas, por ejemplo, con la intención de aislar y mantener en dependencia y sojuzgada a Europa. Rusia aparece dentro del tablero geopolítico como la salvaguarda de los valores cristianos europeos y un contrapeso a la acción corrosiva del imperio estadounidense.
Crítico con el Concilio Vaticano II
Sus posiciones sobre la Iglesia moderna, aquella que surgió del Concilio Vaticano II, son interesantes y haremos una breve síntesis de las mismas. Curzio Nitoglia nos habla de una conjura perpetrada desde dentro de la Iglesia con el objetivo de destruirla. El Concilio Vaticano II se presentó como una oportunidad para los adversarios de la Iglesia, para adentrarse en las mismas entrañas de la Iglesia y poder apoderarse de sus altas jerarquías para convertirla en una suerte de sociedad filantrópica. Se trata de unos intentos de infiltración que podemos remontar al siglo XVII con el Jansenismo hasta llegar a la crisis denominada modernista de mediados del siglo XX y neo o postmodernista de la segunda mitad del mismo siglo. Esta situación ya fue advertida por el papa Pío X en la encíclica Pascendi (1907) y por el papa Pío XII en la encíclica Humani generis (1950), advirtiendo la infiltración interna del modernismo y otras corrientes heréticas en el seno de la Iglesia con una voluntad inequívoca de transformarla desde dentro. La culminación de este proceso de conjura contra la Iglesia vendría dado por el Concilio Vaticano II, de la mano de Juan XXIII, completado por Juan Pablo II y especialmente por el papa Ratzinger, para consolidar la aceptación del Concilio a la luz de la Iglesia. Durante la celebración del concilio la «quinta columna» de agentes dirigidos por B’nai B’rith1, por el comunismo y los poderes ocultos, y tales agentes se encontraban entre los cardenales, arzobispos y obispos que formaron el ala progresista dentro del Concilio.
Ante estas pinceladas que proponemos dentro del discurso del Padre Curzio Nitoglia, en el que se denuncia a los poderes fácticos, a las élites en la sombra, a Estados Unidos, a Israel, a la masonería y otros elementos que se presentan hoy como parte de un frente subversivo amplio, es normal que la polémica y cierto escándalo acompañe la obra del autor, siempre que no hay un sometimiento servil y obediente al relato oficial ocurre, y más en estos tiempos, en los que una dictadura tecnocrática global trata de imponerse por todos los medios.
Santo Tomás como antídoto contra el nihilismo posmoderno
Como nos muestra en El mar de la nada, la posmodernidad no viene a ser sino una prolongación de la agonía de lo propiamente moderno, un agregado dramático que nos precipita todavía más sobre este abismo de desequilibrios que han alterado de manera decisiva la sólida superficie donde descansaba una concepción antropológica sustentada en la Tradición, y que ahora vemos cada vez más enfrentada a la metafísica del Ser, cuya doctrina encuentra su perfección y realización completa en la doctrina de Santo Tomás de Aquino. La realidad de estos procesos nihilistas en los que el hombre moderno lleva inmerso desembocan en la nada absoluta y lo hacen desde la consideración de éste como fin en sí mismo, como realización absoluta en el plano de lo exclusivamente material e ignorando las realizaciones del espíritu.
Y es que para nuestro autor el nihilismo es un proceso que se desencadena una vez que tiene lugar el advenimiento de la modernidad, y con ésta se declara una guerra abierta a la Civilización del Ser y lo hace a través de ese nihilismo que se erige como su punta de lanza. En este contexto, la metafísica clásica tomista se convierte en el objetivo a destruir por parte tanto de este nihilismo desbocado como de otras corrientes de pensamiento anejas a la modernidad, como sería el caso del pensamiento idealista.
El hombre moderno a la deriva
En realidad, y lejos de lo que muchos autores piensan, lo posmoderno no supone la superación de la modernidad sino su conclusión nihilista. No se va más allá de la modernidad sino que va más allá de ella, como un barco sin rumbo que termina en medio de un océano sin tierra alrededor, en un «mar de la nada donde todo se hunde». Por ese motivo la posmodernidad representa un retroceso o la disolución suicida de la propia modernidad. Para el hombre que vive en estos tiempos el Ser ya no aparece como ese centro perenne e inmutable, sino que éste huye, se encuentra ausente, y entonces su horizonte de existencia se ve reducido al mínimo, a su vida horizontal y puramente material y dejándose llevar por todos aquellos procesos de disolución que están en marcha a su alrededor, que le llevan a dejarse llevar, a olvidar sus propias raíces, su identidad, a tolerar, a lo que se ha denominado por algunos autores como la cultura de la cancelación, en una deriva autodestructiva que implica la aniquilación como último paso.
Esta desembocadura de lo posmoderno en la nada, no solo es la prueba más tangible del fracaso de la modernidad y de sus pretendidas aspiraciones, sino que nos presenta la situación desde la perspectiva de un callejón sin salida, sin ofrecernos un antídoto y una vía de salida. Muy al contrario lo agrava todo con sus corrientes ideológicas y sus visiones intelectuales que resultan incontrastables con la realidad del Ser, y que tienden a desarrollarse, tal y como explica nuestro autor en la obra, en el marco del idealismo (error por exceso) o bien del nihilismo (error por defecto) en una falta de equilibrio y desde la total desmesura autodestructiva.
En el fondo la posmodernidad, como epifenómeno de la modernidad, no deja de agravar aquellos efectos que a su matriz originaria (moderna) ya le fueron característicos. En la posmodernidad la enfermedad ya ha derivado en una esclerosis y un agarrotamiento de los músculos, al igual que ocurre en las últimas etapas de la senectud, que han derivado en un gusto por la tolerancia y la indiferencia de quien ya es incapaz de defenderse, de acometer con vigor e ímpetu juvenil la defensa del núcleo más preciado de su orden de civilización. Es el nihilismo en su máximo esplendor, que alcanza una simbiosis total con el propio significado de lo posmoderno, en el lento tránsito hacia la extinción. De modo que no es más que la representación del fin de la modernidad que ha hecho de Dios un producto del hombre y del hombre un «Dios», para finalmente matar a la divinidad y suplantarla por el Superhombre nietzscheano o con la humanidad marxista dentro de esa misma tendencia disolutiva que nuestro autor italiano destaca en su obra.
El idealismo como origen del nihilismo
La clave de todo este proceso, según Nitoglia, podemos hallarlo en la sustitución de la doctrina del Ser (Santo Tomás) por el pensamiento (Descartes y el idealismo) en una obra de suplantación que tendría su origen en la revolución intelectual y científica que arranca con Descartes en el siglo XVII, y que termina inevitablemente sobre los cauces del nihilismo debido a que carece una base sólida, en contraste con las realidades espirituales del hombre, con la metafísica del Ser, y termina precipitándose en la nada. La Idea, un constructo artificial, sin contraste con la realidad, sin límites ni atendiendo a realidades trascendentes e inmutables, toma el lugar del Ser.
Nihilismo viene del latín nihil, es decir, «nada». La nada es el no-ser, y es algo que no existe representa la total ausencia de toda realidad. De hecho así lo explica el propio Santo Tomás de Aquino: «la nada y la ausencia total de ser son la misma cosa». La nada representa la ausencia total de cualquier realidad, mientras que el no ser relativo o la potencia es la privación de una forma o de un acto particular. El Angélico distingue entre la nada absoluta de la nada relativa desde una precisa descripción del mundo, de las realidades objetivas y externas al yo. El hombre representa una realidad limitada e imperfecta, una creación ex-nihilo de Dios, que es el único Ser (el Ser en su esencia más puro) capaz de crear de la nada. Y es de esta nada absoluta de la que se nutre la filosofía nihilista.
No obstante, el pensamiento nihilista no es una creación exclusivamente moderna, sino que conoce un itinerario que hunde sus orígenes en la Antigüedad, por ejemplo entre los presocráticos, ya encontramos su rastro en la filosofía de Parménides desde sus posicionamientos panteístas. Doctrinas, que como en el caso de Platón, que no contemplan en ese concepto de la nada entendida en la acepción anteriormente apuntada, como una privación relativa o absoluta del ser, sin considerar el Ser como la perfección de todas las perfecciones, como expresión última de lo real, terminan alimentando, como nos apunta Nitoglia, el nihilismo, que es la expresión de máxima depravación de la filosofía teórica y moral.
De ahí la importancia y centralidad del pensamiento tomista, por esa idea tan clara y nítidamente trazada en su obra que nos expresa la dicotomía entre el ser como perfección última que confiere a todos los entes su consistencia, realidad y actualidad, frente a la nada absoluta, que no es más que el no-ser. Y no puede haber mejor antídoto frente al creciente nihilismo que la puesta en práctica de la filosofía tomista en cuanto metafísica del ser como acto puro.
Creación ex nihilo
Precisamente, la aniquilación a la que se refiere el nihilismo es el término correlativamente opuesto al de la creación ex nihilo. La aniquilación implica reducir algo a un completo y absoluto no-ser, en una regresión a la nada. Dentro de la teología tomista solo Dios es capaz de crear ex nihilo (de la nada) porque es omnipotente, del mismo modo que solo Dios puede aniquilar algo en sentido estricto hasta reducirlo a la nada. De tal modo que cuando se produce la aniquilación desde el nihilismo éste no goza de la sabiduría y potencia absoluta de Dios. Además encierra una lógica del todo negativa respecto a la divinidad en una voluntad destructiva que nada tiene que ver con el sentido positivo de creación asociado a la voluntad divina, quien pudiendo aniquilar a los entes no lo hace, ni siquiera a los malvados o dañinos. De este modo es inaceptable que la filosofía pueda tomar en consideración la doctrina nihilista, la cual propugna la nada absoluta como punto de llegada de la aniquilación. Es por eso que los nihilistas quieren ocupar el lugar de Dios en el sentido negativo de aniquilación, no de creación, para representar una divinidad en un sentido invertido para destruir toda la obra divina. Por esa razón sus acciones se ven guiadas por la anarquía y con una ausencia total de sabiduría.
De este modo se articulan dos posiciones: aquella propiamente metafísica, que representa la metafísica del Ser frente a una contra-metafísica falsa sustentada en el no-ser, en la nada. La única alternativa para derrotar a la contra-metafísica que, según Nitoglia, adquiere las formas de la filosofía moderna, especialmente a través de las corrientes idealistas, esencialmente nihilista, es mediante el redescubrimiento o el estudio de la metafísica tomista para ponerla en práctica a nivel individual y en el contexto de la sociedad. Además el peligro que representa el nihilismo en el siglo XX a través de estas filosofías es que trata de dar realidad negativa a esta nada, en la privación del bien y de la realidad del ser, a través del maniqueísmo, que nuestro autor define como la antesala del nihilismo moral. De manera que la naturaleza de este nihilismo filosófico es el odio contra el Ser por participación (la criatura) y especialmente el Ser por esencia (Dios) en un intento de eliminar el concepto de la creación desde la nada, otorgando a la nada una cierta realidad y reduciendo, en consecuencia, la realidad a la nada.
Conclusión
Finalmente, y a modo de conclusión, para Curzio Nitoglia las consecuencias esenciales del nihilismo en la posmodernidad, sus frutos más evidentes, son el vacío y la nada. Privar al hombre de su razón, que es lo que lo diferencia y eleva respecto a los animales, y con ello también el libre albedrío y la moral objetiva y un fin o propósito que coincida con el Bien, y destruimos la realidad que estos elementos constituyen, el hombre termina hundido en la desesperación. En el catálogo de infatuaciones nihilistas de la filosofía moderna, Nitoglia incluye a Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger o bien Popper, como representantes de estas corrientes del pensamiento moderno que niegan la metafísica del Ser y consagran a la nada en unas posturas que nosotros, como Hipérbola Janus, no terminamos de compartir. No obstante, se trata de posicionamientos puramente personales, que no desmerecen un ápice el contenido de la obra, en la que la filosofía tomista, convenientemente actualizada y entregada al análisis del mundo posmoderno nos ofrece enfoques muy interesantes de necesaria, sino obligada, lectura y reflexión.
El magnífico prólogo que nos sirve de introducción a la obra corresponde a Carlos Andrés Gómez Rodas, Doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia Bolivariana, actualmente docente investigador en la Facultad de derecho de la Universidad Santo Tomás de Medellín y especialista en el pensamiento y obra del filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila, con infinidad de publicaciones en revistas académicas especializadas, además de honrarnos con sus colaboraciones en Mos Maiorum desde la fundación de la revista.
B’nai B’rith: Organización internacional judía con sede en EE.UU. Más detalles en el artículo de Claudio Mutti La geopolítica de las sectas, publicado en Mos Maiorum IV (Primavera, 2022), pp. 83-90 ↩︎