Desde Hipérbola Janus siempre hemos mostrado una gran preocupación y sensibilidad hacia los problemas y retos que atraviesa el mundo del presente. A través de multitud de escritos en nuestro blog y de publicaciones hemos tratado de aportar nuestra particular cosmovisión a nuestros lectores, invitando en todo momento a un análisis crítico y combativo de aquellos discursos y relatos que han nacido en connivencia con el poder.
Somos perfectamente conscientes de los tiempos en los que vivimos, de la actual deriva de los acontecimientos a nivel global, que se han visto acelerados a partir de marzo de 2020 con la Plandemia y sus devastadoras consecuencias. Desde entonces nos hallamos en pleno cambio de paradigma, «las reglas del juego han cambiado», y a los que mueven los hilos1 ya no les interesa mantener ese pretendido barniz de legalidad que hacía creer a muchos (hoy más descreídos que nunca) que «el sistema funciona» y que «las instituciones protegen nuestros derechos», cuando esto, por otro lado, nunca ha sido cierto. Ahora la Agenda 2030 busca acelerar procesos de descomposición que afectan a la unidad de las naciones, a su soberanía y generar un caos que solamente preludia destrucción y finalmente la sumisión a una monstruosa superestructura de poder global sustentada sobre unos poderes tecnocráticos y transnacionales cuya ideología es el poshumanismo.
El mal ya no se esconde
El ciudadano de a pie percibe claramente que la vida independiente y la preservación de unos hipotéticos derechos (si es que en algún momento existieron) se ven mermados día a día, así como su poder adquisitivo en el terreno material, con una hiperinflación disparada y, parece, que totalmente planificada para generar pobreza, lo que desde el poder en la sombra se cree que supondrá una vía rápida hacia la sumisión del pueblo. La destrucción de la infraestructura económica, las arbitrariedades del poder político, la liquidación de ordenamientos jurídicos y legales que antes nos decían que gozaban de una autoridad y fortaleza incontestable, están cayendo, se derrumban sin la existencia de ningún contrapoder que pueda hacerles frente. Las democracias liberales se revelan como lo que son, espantajos del poder global, una mentira y una ilusión mantenida bajo las urnas, favoreciendo la creación de oligarquías partitocráticas al servicio de poderes espurios, conectados con esa tenebrosa telaraña de poder global que nos ha impuesto unas nuevas directrices a partir de las cuales no solamente buscan destruir las naciones, sino a la propia condición humana, algo en lo que desde Hipérbola Janus nunca nos cansaremos de insistir.
Es desde estos parámetros que hay que analizar la actual situación que vive España, al amparo de una constitución que es el germen de todas las arbitrariedades e injusticias que sufre nuestra Patria, más dividida y polarizada que nunca entre la ficción que supone la antítesis izquierda vs derecha, cuando ambas facciones son un subproducto del Régimen actual, que no obedecen al pretendido mandato de sus votantes y que nunca han buscado el bien común ni el beneficio de nuestra Nación.
En este sentido valoramos positivamente que el Pueblo Español se eche a las calles, que muestre su rechazo y disconformidad hacia el actual orden de cosas, que lo haga activamente y desearíamos que estas acciones tuvieran continuidad en el tiempo y llevaran a una toma de conciencia sobre los verdaderos enemigos y sus potenciales peligros de destrucción y disgregación con los que nos amenazan: hablamos, como no puede ser de otra manera, del Régimen constitucional de 1978, del sistema de partidos, de los sindicatos, del rey y en general, de todos los entes parasitarios y desintegradores que destruyen la unidad de la Patria, nuestro sentido de comunidad orgánica y Nación política forjada en los albores de la Edad Media, ya en tiempos de los Concilios de Toledo bajo el poder visigodo, y continuados en lo sucesivo con el proyecto metahistórico de la Reconquista y el Imperio universal católico cimentado sobre la acción de los Reyes Católicos, símbolo perenne de Las Españas y del sentido profundo del ethos hispánico que trasciende siglos y generaciones enteras.
«España no es una constitución»
Como dice esa proclama que cada vez se escucha más en las calles, «España no es una constitución», y es más, nosotros afirmamos que ésta última representa su antítesis, su agonía y aniquilación. Es el momento de apelar al espíritu del 2 de mayo de 1808, al pueblo español en armas contra sus clases gobernantes corruptas y afrancesadas, que defendían el liberalismo que traían los invasores franceses aún a costa del sometimiento y la destrucción de la España de la época. La misma situación de traición y ruptura entre el pueblo y sus gobernantes vivimos hoy, también fueron los Borbones los que entonces traicionaron al pueblo (abdicaciones de Bayona), en situaciones que son perfectamente equiparables, el pueblo fue el único que estableció un frente de resistencia y defensa de la Patria frente a la inoperancia del ejército regular español. El espíritu de aquellos años debe reverberar en el pueblo español de nuestros días, debemos encomendarnos a éste y defender a la España real, frente a las manipulaciones espurias de los poderes ocultos transnacionales y sus adláteres. El Bien, la Verdad y la Justicia deben imperar frente al Mal absoluto, el caos y la destrucción que anuncian y promueven los apóstoles de Agendas y teorías poshumanistas.
De tal modo, animamos a todos los españoles a que estas protestas no se detengan y que cristalicen en acciones concretas que refuercen la unidad de los españoles y la sociedad civil más allá de los partidos del sistema y cualquier intento de apropiación por parte de sus oscuros tentáculos que pretenden llevar a vía muerta y neutralizar todo intento de disidencia y rebelión que pueda aflorar de manera espontánea e independiente entre los miembros de la Comunidad Nacional. Para ello deberán despojarse de toda corrección política y de los pseudoargumentos que pretenden denostar a quienes nos oponemos al sometimiento, a la esclavitud y a la destrucción de nuestra Patria invocando una legalidad que siempre ha sido arbitraria, autodestructiva y liberticida, que con el paso de las décadas no ha hecho sino empequeñecer a España, envilecerla, cuartearla y prostituirla en un mercadeo vergonzoso y humillante para alimentar una casta (a izquierda y derecha) que siendo peones de poderes transnacionales y enemigos de España, han alimentado su perfidia y cobardía de manera continuada, hasta considerarse intocables frente a un pueblo políticamente desactivado (entiéndase «políticamente» en su sentido etimológico, de polis, de participar activamente en la comunidad y el «bien común»).
Conclusión y recomendaciones
Por último, desde nuestra humilde posición, nos gustaría contribuir con unas pequeñas recomendaciones:
No aceptes el juicio de tus enemigos: no permitas que sean ellos los que te digan qué es válido y qué no lo es, puesto que quienes buscan tu destrucción no buscan la justicia.
Como corolario del punto anterior, no condenes a los «exacerbados». La violencia no es deseable y no la promovemos, pero condenarla es un error derivado del condicionamiento psicológico autodestructivo a la que todos nos hemos visto sometidos. Hay que luchar contra las actitudes complacientes.
Sé íntegro, mantente fuerte en tus principios e ideales, defiende el legado de los que te precedieron, reivindica la justicia y la verdad frente a toda suerte de propaganda e iniquidades. El espíritu por encima de la materia. La acción por encima de las componendas y la indiferencia.
Ayúdate de la tecnología y de tu red de contactos para preservar tu libertad y tu soberanía económica. Estudia Bitcoin. Haz amigos.
Torres más altas han caído. Viva España.
No nos gusta utilizar la palabra «élite» para referirnos a los que están en la cúspide de la pirámide de poder y socio-económica porque es habitual de que se trate de gente mediocre y de vendidos a otros intereses superiores. La palabra «élite» debería reservarse para los que son, efectivamente, los mejores en algún campo. ↩︎