En los tiempos actuales muchos conceptos han sido objeto de manipulación, utilizados subrepticiamente con otros propósitos distintos a los que obedece la propia etimología de los mismos, manoseados y objetos de un uso y abuso que ha llegado a desnaturalizarlos hasta límites absurdos y grotescos, vaciándolos totalmente de significado. Tal es el caso del término «libertad», del cual tan a la ligera se habla en estos tiempos actuales y que, al mismo tiempo, tanto se ignora en su significado y más íntima esencia. Hoy día muchos entienden la «libertad» desde una perspectiva simple y vulgar, como «el hacer lo que queramos» o «actuar sin ningún tipo de restricción», como si el ejercicio de la libertad implicase un hacer desbocado, totalmente irracional y totalmente falto de sentido. Así vemos que muchos, especialmente entre los más jóvenes, creen experimentar la libertad en la medida que se autodestruyen con las drogas, se alejan de sus raíces o bien abrazan formas de vida totalmente atomizadas. Si realmente creemos en la libertad como un valor positivo y de superación nunca puede venir asociado a comportamientos o ideas disolutivas.
Desde Hipérbola Janus creemos que la libertad es un concepto mal entendido, que debe ser reubicado en su acepción correcta. Para empezar, la libertad es un problema de amplio abasto, de una naturaleza plenamente ontológica, que implica a su vez un sentido y una dirección concreta. Como todo acto y capacidad humana, la libertad misma debe estar al servicio de un objetivo superior y, en última instancia, de un perfeccionamiento tanto a nivel individual como colectivo. De modo que, se trata de un problema ontológico y existencial, que conlleva la necesidad de un auto-conocimiento, porque solamente penetrando introspectivamente en nuestro interior, alcanzando un principio de objetividad, podremos ejercer la libertad de forma plena y consciente, no como un desvarío e irracional «hacer lo que me plazca». También podemos valorar la libertad en términos colectivos, sociales o de comunidad.
No en vano, el hombre y la Comunidad encuentran la verdadera libertad en la realización de su Ser, en su dharma, que es un una vía inexorablemente guiada por la Tradición y siempre siguiendo los cauces jerárquicos, orgánicos y vitales marcados por las civilizaciones tradicionalmente equilibradas que nos precedieron en nuestro errático y vacilante camino hacia este mundo presente, donde lejos de vivir una vivificante libertad, vivimos bajo una lánguida y oscura privación de la misma.