
Cenizas y diamantes
Andrzej Wajda
Editorial: Estudio Mon Inter
Año: 1958 |
Presentamos una nueva reseña cinematográfica, y en esta ocasión hemos elegido «Cenizas y diamantes», una película polaca del célebre y prolífico director Andrzej Wajda (1926-2016), estrenada en el año 1958. Se trata de uno de los grandes clásicos del cine polaco. El filme refleja una etapa dramática desde la perspectiva histórica para la nación polaca, como es el final de la Segunda Guerra Mundial, a raíz de la capitulación alemana del 8 de mayo de 1945. El contexto en el que se desarrolla se ambienta en la celebración del final de la guerra con el aplastante triunfo de la URSS, con las tropas soviéticas ocupando toda la Europa oriental, y en particular Polonia, que vive un momento de oscuridad e incertidumbre. El protagonista, Maciek Chełmicki (interpretado magistralmente por Zbigniew Cybulski (1927-1967), apodado el «James Dean polaco»), es un joven nacionalista polaco, de orientación anticomunista, que se ve implicado en un complot urdido para asesinar a un líder comunista local. Maciek opera desde la clandestinidad, bajo el grupo Armia Krajowa (AK), el Ejército Nacional polaco, una organización de resistencia, primero contra los alemanes y, posteriormente, contra los soviéticos. Durante el metraje, se plantea una dicotomía permanente entre la libertad entendida como la defensa de la soberanía de Polonia, desde posturas nacionalistas, y quienes consideran la ocupación soviética como algo positivo. Estas circunstancias atrapan al protagonista, que se ve envuelto en una espiral de violencia y traición.
Maciek Chełmicki, nuestro protagonista, cuenta con todas las características del héroe trágico, pues tiene en sus manos una serie de acciones que comprometen el futuro de un pueblo, que consiste en cumplir la misión que le ha sido encomendada, pero en su camino se cruza una joven, Krystyna, una joven camarera de un hotel de la que se enamora en ese mismo día. Este último hecho sirve de punto de partida para todas las dudas, dilemas y dicotomías a las que hacemos referencia. Hay un dilema moral evidente en un mundo en ruinas, devastado por la guerra, la muerte y el nihilismo. En este sentido Wajda nos muestra un lenguaje cinematográfico muy evidente, a través de una técnica expresionista muy depurada, con el uso del blanco y negro, los contrastes generados por las sombras y la atmósfera opresiva que transmite angustia, desesperación y vulnerabilidad de los protagonistas. Además también destilan una fuerte carga emocional, donde no están exentos elementos poéticos y un poderoso lirismo.

Maciek Chełmicki, el protagonista.
Hay elementos simbólicos que no podemos obviar, y que contribuyen a consolidar el análisis que venimos haciendo, como, por ejemplo, la estética del protagonista, con unas gafas oscuras, que actúan como una suerte de barrera frente al mundo que le rodea, como parte del anonimato tras el cual el joven Maciek vive de forma introspectiva su propio drama particular y el de toda una nación.
En el mar de la nada
Metafísica y nihilismo a prueba en la posmodernidad
Curzio Nitoglia
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2023 |
Páginas: 126
ISBN: 9798394809026
Hay una escena especialmente poderosa, y casi mítica, en la que los dos jóvenes protagonistas, Maciek y Krystina, se encuentran entre las ruinas de una Iglesia, en la que se destaca en primer plano, ocupando buena parte de la pantalla, la imagen de un Cristo invertido sobre un crucifijo, donde también se encuentran dos cuerpos colgados hacia abajo en una estampa que refleja la devastación moral y espiritual de toda una época. De hecho, la imagen del crucifijo invertido refleja el máximo punto de subversión y profanación de lo sagrado, y que en el caso concreto de la película viene a representar la destrucción del orden moral y de valores cristianos que la propia guerra ha provocado. Polonia es una nación profundamente católica, convertida al Cristianismo en el 966 a raíz de la conversión del príncipe Miecislao I, contribuyendo de manera decisiva a la formación de la identidad nacional polaca. El catolicismo siempre ha sido un medio de cohesión y defensa frente a las influencias extranjeras y la ocupación de terceros países, una constante en la historia del país, como el que ilustra la propia película con la URSS. En este sentido, la imagen de una Iglesia en ruinas, el lugar donde se encuentra representado el principio de lo sagrado e inviolable, supone una forma de perversión de todo principio de redención y salvación frente a la tragedia, y al mismo tiempo viene a significar que la Tradición ha sido abandonada y pervertida. En la misma línea, el protagonista, Maciek, se encuentra atrapado en una espiral de violencia a través de sus actos terroristas perpetrados contra la autoridad soviética que ocupa su país. Los dos cuerpos anónimos que cuelgan boca abajo, de forma grotesca, también participan de este caos y desequilibrio de un orden dislocado, son parte de la deshumanización y el nihilismo que todo lo impregna.

Maciek y Krystina en una iglesia en ruinas
Como ya hemos mencionado, la película se encuentra plagada de paradojas y dicotomías, en las que nuestro protagonista, el joven rebelde e inconformista, debe elegir permanentemente, en unas decisiones que resultan trascendentales para su futuro y el de la propia nación. La figura femenina que irrumpe en su vida, y que representa un principio disruptivo que provoca una fractura interior y una crisis, le suscita una toma de conciencia de su propia situación y le fuerza a tomar un camino entre la «felicidad», del «amor», la «esperanza» y la «vida», que le permita superar la deriva nihilista y autodestructiva de la lucha clandestina, la cual le aboca a un destino trágico (que no vamos a desentrañar para no hacer spoiler). En relación al propio título de la película, «Cenizas y diamantes», basada en el poema del poeta y dramaturgo polaco Cyprian Norwid (1821-1883) y en la novela del autor, también polaco, Jerzy Andrzejewski (1909-1983), nos destaca la dualidad de los dos elementos que lo componen, y que definen el contraste entre el mundo sombrío y oscuro (Cenizas) y la esperanza y la luz que representa susodicha figura femenina (diamantes). La segunda alternativa parece un imposible, una quimera irrealizable que se pliega ante un Destino implacable, irreversible y cruel.
En consecuencia, y a la luz de los elementos expuestos, podemos decir que se nos presentan dilemas propios de la filosofía existencialista, que conoce su punto álgido en esos años, con autores como Jean Paul Sartre (1905-1980), Albert Camus (1913-1960), Karl Jaspers (1883-1969) o Martin Heidegger (1889-1976) entre otros. Respecto a éste último, a Heidegger, podemos encontrar algunas claves interesantes a través de su filosofía en relación al protagonista, a Maciek, especialmente a través de la idea del Dasein, a la idea de haber sido arrojado al mundo (Geworfenheit), y la manera tan extrema y visceral en la que vive susodicha condición. Todos aquellos elementos que dan sentido a la vida colectiva se encuentran decaídos o destruidos en su esencia más íntima, la Patria, la religión o la propia idea de Comunidad orgánica. De modo que el protagonista se ha visto «arrojado» frente a una situación o destino indeseado, en unas coyunturas totalmente desfavorables en las que no queda otra elección. Sus decisiones están permanentemente condicionadas por la circunstancia descrita y, por tanto, vive en un mundo donde no controla nada, en lugar de ser sujeto es un mero objeto transportado por esas circunstancias ajenas a su voluntad. Sin embargo, y en coherencia con el Dasein heideggeriano, vemos como Maciek, a raíz de conocer a Krystyna, comienza a experimentar una catarsis interior, que muestra por momentos el deseo de superar ese «ser arrojado al mundo contra tu voluntad», trascendiendo esa condición absurda e irracional de unas decisiones enajenadas de su voluntad para dotar de una significación y un sentido la propia existencia.

Andrzej Wajda, el director de la película.
Otro elemento característico de la filosofía heideggeriana lo podemos encontrar en la «angustia» (angst) a través de la ausencia de un sentido y fundamento último que justifique la existencia del protagonista. Es una angustia en a que el Dasein se enfrenta a la «nada», a ese vacío existencial que hace inútil toda la lucha que Maciek lleva a cabo en la clandestinidad, con asesinatos y actos de terrorismo que pretenden salvaguardar algo que ya no existe, y que simboliza muy bien la Iglesia en ruinas con sus símbolos religiosos invertidos de la que hablábamos con anterioridad. Recuerda un poco a esa dicotomía que se plantea entre ser conservador o reaccionario frente a una realidad como la del propio presente, en la que los valores tradicionales han sido totalmente destruidos, y más que conservar se impone la reacción para volver a construir de la nada.
Textos para la Tradición en tiempos del oscurecimiento
Artículos publicados entre 2014 y 2019 en hiperbolajanus.com
Hipérbola Janus
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2019 |
Páginas: 340
ISBN: 978-1711806747
Todas las dudas que asaltan al protagonista se ven incrementadas en el momento decisivo, cuando se dispone a dar muerte al líder comunista. Se produce una tensión interna en Maciek, que se encuentra ligado a la joven que ha conocido ese día, y en ella es donde encuentra ese leve destello de humanidad. Esa circunstancia le hace replantearse por un instante el cumplimiento de su misión, pero es un dilema que no tiene salida, y por ello le asalta nuevamente la angustia frente a esa «nada», ese mundo vacío e incomprensible que trasciende el marco de sus propias elecciones.
Uno de los conceptos centrales de Heidegger en Ser y tiempo es el Sein-zum-Tode (ser-para-la-muerte), la idea de que la muerte es la posibilidad más propia y definitiva del Dasein, y que enfrentarla auténticamente permite vivir de manera más plena. Y es que el protagonista se encuentra permanentemente sobre esa frontera entre la vida y la muerte, que afronta con todas sus consecuencias, conscientemente, y la acepta. Esta actitud podría leerse como una forma de Dasein inauténtico, una huida del ser-para-la-muerte mediante la distracción (das Man, el «se» impersonal). Sin embargo, su decisión de cumplir la misión sugiere un enfrentamiento final con esa posibilidad. Otro aspecto que podemos conectar con el pensamiento heideggeriano es la autenticidad o inautenticidad de la vida del protagonista. En relación a la inautenticidad vemos como al principio sigue las órdenes de sus superiores en la organización sin cuestionarlas, lo cual implica un comportamiento inequívocamente alienante. Respecto a aquello que resulta auténtico de su existencia son sus relaciones con Krystyna, que supone imponer su propia voluntad y decisión, mostrando un Dasein que asume su libertad.

Escena de la película.
Otros aspectos más generales de la filosofía existencialista redundan sobre estos mismos aspectos, con la elección entre la libertad absoluta y la condena inevitable. La idea del hombre condenado a actuar, a una elección continua, aún cuando el hombre no es dueño de su destino, o las consecuencias de tales acciones son absurdas, irracionales e incomprensibles. El propio absurdo de la existencia frente al vacío y la ausencia de principios sólidos en los que cimentar la vida, no solo en sus aspectos cotidianos más básicos, sino en aquellos más profundos de la existencia. La soledad y la propia fatalidad frente a un Destino que, como ya hemos apuntado anteriormente, parece imponerse de manera irrevocable, y podríamos decir que brutalmente, al individuo aislado, incapaz de asirse en una guía, en unos valores que le permitan remontar la situación.
En términos generales «Cenizas y diamantes», además de ser una película de gran calidad en sus aspectos técnicos, en su fotografía, en la configuración de sus escenas y en el propio desarrollo argumental, bajo un guión espléndidamente ejecutado a lo largo de sus 98 minutos de duración, también nos invita a una reflexión profunda sobre la condición humana y la propia Modernidad. Y es algo que vemos en nuestros días, con las consecuencias de un pensamiento débil, con la promoción del individualismo, el hedonismo y lo efímero. La ausencia de estructuras sólidas, la subversión de toda forma de autoridad y jerarquía tradicionales. Paradójicamente, el mundo actual tiende a formas de poder y autoridad mucho más invasivas y coercitivas, tanto a nivel individual como colectivo, pero en la misma línea abstracta e impersonal que nos describe la película, abocándonos a la alienación y la inautenticidad de nuestras propias vidas. Y como Maciek, también nosotros, vivimos en un mundo dominado por la incertidumbre y la desesperanza, en el que el globalismo y sus perversas ideologías deshumanizantes actúan por doquier.

Carátula original de la película en polaco.